La juventud trabajadora en verano

Ante un horizonte de posible recesión, los jóvenes trabajadores se encuentran ante un panorama de precariedad y creciente deterioro generalizado de las condiciones de vida de la clase trabajadora.

Publicado el 22/07/2022

Los jóvenes de clase trabajadora nos encontramos ante un panorama de precariedad laboral, altas tasas de paro y creciente pauperización, producto de un contexto social en el que se atacan directamente las condiciones de vida de todos los trabajadores. Reconocer la situación es el paso previo necesario a tomar el paso de organizarnos para cambiar la situación, con la emancipación social como horizonte.

A las puertas de la recesión

Empieza el verano a las puertas de una nueva recesión y en España vemos agudizarse los efectos de la economía de guerra y de la reforma laboral que, decían, traería “cosas chulísimas”. Por un lado la presión de la altísima inflación: una media del 9,6% en el conjunto de la UE y del 10% en el caso español. Ya hemos visto los efectos de esta escalada sobre la vida de las familias trabajadoras desde Marzo, cuando se alertaba de que la inflación crecía cuatro veces más rápido que los salarios. Tras el último foro organizado por el Banco Central Europeo las declaraciones de los analistas lo dicen todo:

«En pleno verano, con el turismo actuando de flotador, tasas de desempleo aun a la baja y con algunos ahorros generados durante la peor época de la pandemia cuando no podíamos consumir, hace que las cosas no parecen tan malas como en realidad son. A medida que el barco zozobre, las presiones de inflación remitirán y darán paso a otra realidad muy dura, la recesión económica. Esta nueva fase obligará a muchas empresas a plantearse su viabilidad y a muchos ciudadanos a perder su trabajo.

Los mercados financieros vivirán una gran crisis, porque no están acostumbrados a vivir sin el cuidado continuo de la política monetaria ultra expansiva. Como en todas las grandes crisis, aparecerán otros cadáveres en la economía que hoy ni siquiera sabemos que existen, porque en todo ajuste severo la caída de las piezas de domino destapan desequilibrios y excesos que a primera vista no eran aparentes.»

Pero esto no es todo. La amenaza de un corte definitivo del gas ruso pone en la picota la “hegemonía alemana” y en incertidumbre al conjunto del capital europeo frente al invierno que viene. Los trabajadores alemanes empiezan a sentir también el aliento de la recesión: hasta el 39% de ellos intenta gastar menos en alimentos. Frente a ello, la izquierda llama a seguir el ejemplo español: un Pacto de Rentas entre sindicatos y patronal que refuerce el capitalismo de estado y que consiga encuadrar un posible descontento generalizado a la vez que se imponen bajadas de salarios.

Turismo, reforma laboral y precariedad

Tras el durísimo golpe que supusieron 2020 y 2021 el principio del año parecía apuntar a una cierta recuperación del turismo. Los datos no fueron nada malos, no obstante, el contexto general no haría una excepción en este caso. Los bajos salarios que provocaron una fuga de trabajadores sumada a una subida de los precios de las materias primas volvieron a golpear las expectativas del sector turístico, el cual sin embargo, parece resistir mucho mejor que otras ramas en países como España. Reyes Maroto, ministra de Turismo, celebraba el ritmo de crecimiento (53.000 empleos creados cada mes) y la resistencia frente a la inflación. Los medios y sindicatos no se quedan atrás y nos dicen que la exitosa reforma laboral está aumentando la cantidad de contratos indefinidos hasta el punto de triplicar los números del 2021 y llaman, como el líder de UGT, a “disfrutar del verano” y hacer oídos sordos de la tormenta. Pero, ¿qué hay en realidad detrás de todos estos “éxitos”?

Al igual que con las subidas del salario mínimo estamos ante un nuevo truco de magia. La realidad es la de una rotatividad galopante, un despido barato (acelerado por la propia reforma), una bajada generalizada de los salarios (que cada vez se distancian más del salario medio) que se suma a la ya provocada por los aumentos del SMI y una concentración del empleo en los sectores más precarizados. De hecho, el aumento de indefinidos no supone realmente un aumento de empleos a jornada completa (los cuales han disminuído). Este retroceso en los puestos a jornada completa lo están absorbiendo los fijos discontinuos y no los empleos a tiempo parcial, los cuales a pesar de contar como indefinidos son muy similares a los temporales. A esto se le suma que los empleos temporales que más crecen son justamente los de menor duración.

En definitiva, el cuadro general es el de un ataque directo a las condiciones de vida de los trabajadores que no es capaz de ocultar ningún cambio de denominación para maquillar las estadísticas. Es más, la aparente prosperidad pasajera que trae el turismo no es tanto una confirmación de ningún éxito, sino más bien la prueba de que la reforma laboral ha girado desde el principio en torno a la precarización y el aumento de la explotación (sumado a los problemas típicos para los trabajadores de sectores como la hostelería donde hasta el sexismo hace aparición). La cifra de puestos vacantes en Francia (uno de los países con los salarios mínimos más altos) asciende hasta los 200.000.

Entre esos puestos más precarios y temporales, la juventud trabajadora ocupa una parte significativa de dichos trabajos. Muchos jóvenes continúan trabajando en verano o son contratados para la temporada de verano de cara a ahorrar para los estudios del curso siguiente. La juventud trabajadora se encuentra como el eslabón más precario de un mercado laboral que redobla el empeoramiento de las condiciones de trabajo en este verano y con las perspectivas de empeorar tras el verano.

En la otra cara de la moneda tenemos a los sectores pequeñoburgueses que todos los años hacen su aparición con el famoso “Tourists go home”. Estos, en realidad una expresión xenófoba y clasista de la desesperación de esta clase reaccionaria (a veces regada con el lenguaje ecologista) llamaría a luchar por un “turismo de calidad”: es decir, turistas que gasten más. Lo cierto es que la propia inflación hace que los trabajadores de países mayormente emisores de turistas no puedan permitirse unas vacaciones fuera, lo cual está de hecho cambiando el perfil de turista. El capital del sector desearía hacer de la necesidad virtud y convertir esto en la nueva regla general, en coincidencia con la intelectualidad pequeñoburguesa. Evidentemente esto no mejorará ni las condiciones de los lugares con más actividad turística ni mucho menos la vida de nuestra clase tanto en países emisores como receptores, muy al contrario supone un aumento de la explotación y una bajada general del nivel de consumo.

Contra su verano, la lucha por nuestras necesidades

En medio de los incendios que se extienden a lo largo de la península, de la ola de calor y de la ola precarizadora hemos visto cómo la clase dominante, en voz de su ministra de trabajo, echa la culpa hasta de la muerte de los trabajadores a todo menos a su sistema criminal. Los jóvenes trabajadores sabemos que nada solucionará ninguna medida que venga de aquellos mismos que han convertido el trabajo en una fuente de dolor para unos y de beneficios para otros, sea esta el “turismo de calidad” o la enésima reforma laboral precarizadora. La lucha por nuestras necesidades no tiene vacaciones. Sea el momento del año que sea, urge organizarse.